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El tomo 32 de la Enciclopedia Universal Ilustrada ESPASA (MAE-MARH) dedica una generosa porción de sus páginas a las máquinas, que quizá sean la mejor representación del ingenio humano. Qué mejor que una gran locomotora para insuflar nueva vida efímera al volumen. Una pasa y otro queda. Ambos, libro y máquina han sido llamados a desaparecer de nuestro paisaje cotidiano.
Contaba María Zambrano cómo al partir de España, teniendo que elegir las pocas cosas que llevarse consigo, en el último momento desistió de cargar con sus apuntes de lecciones de Ortega y Gasset. Y añadía que «al no poder consultar esos preciosos papeles en todos estos años, ha ido surgiendo su contenido del fondo de mi mente, según mi pensamiento los llamaba, en esa medida tan grata a Ortega, la de la necesidad». Creo entenderlo. No bastaba escuchar al maestro, debía escribirlo pues lo escrito se guarda en la memoria de un modo particular. Y a mí, más que fotografiar, me parece estar cartografiando esos restos que aprecio y que van a desaparecer. Urdo un entramado de rutas de huellas y de marcas, de libros y de máquinas, de construcciones y de campos, atento a la agonía de la luz en ellos. Leo, conduzco y disparo. Dibujo mapas repletos de fotografías que importa poco que se pierdan, porque ya habito en ellas. Lo hago por necesidad del pensamiento, de los ojos y de la propia piel.